Había una vez un pastor llamado Don
Decenio que salía todos los días a pasear a sus ovejas. Unas ovejas muy pero
que muy traviesas. Por eso tenía que estar todo el rato contando cuantas ovejas
llevaba por si alguna se perdía. Al principio llevaba siete. No paraba de contarlas cada rato: 1,2,3,4,5,6
y 7. A las pocas semanas tenía 9 y hacia lo mismo.
Pero un día le regaló el vecino de al lado
bastantes más ovejas. Tenía 40 ovejas. Eran igual de traviesas que las
anteriores. ¡Que desesperación! Cada vez que tenía contar a las ovejas perdía
pero mucho pero que mucho tiempo. 1,2,3,4,5,6,7,8...17,18,...35,36,37,38,39 y
40.Un día ya volviendo por la noche, al ir a contar por última vez a sus ovejas descubrió una gran cosa: sus ovejas iban siempre en grupos de diez. Cuando eran muchas se juntaban en grupos y siempre siempre siempre eran grupos de diez. Era tan fácil como decir que tenía cuatro grupos de ovejas. Cuatro grupos de ovejas o lo que es lo mismo 40 ovejas.
A las semanas le regalaron otras pocas ovejas más. Tenía 56 ovejas. Al contarlas se dio cuenta que eran 5 grupos de diez y seis que no iban sueltas. ¡Era tan fácil contar así! Siempre que tuviese diez ovejas tenía un grupo de ovejas. Y las que no llegaban a formar grupo iban sueltas. Ese gran truco para contar rápido se lo fue contando Don Decenio a todos los pastores que se encontraba. Así que ellos aprendieron a contar rápido y decidieron llamar a los grupos de diez que invento Don Decenio una decena. Y a lo que sobraba unidades. Ya que era una oveja suelta. Por eso si tenían 28 ovejas decían que tenían 2 decenas y 8 unidades, o si tenían 73 decían que tenían 7 decenas y 3 unidades.
Con 60 ovejas tenían 6 decenas y 0 unidades, ya que ninguna oveja iba suelta. Y cuando tenían menos de diez ovejas tenían 0 decenas y las unidades que correspondieran.
Era tan tan fácil contar se esa manera que empezaron a explicar eso a todos los niños del mundo.
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